“Jóvenes, nos toca esperar el comunicado de presidencia este fin de semana, vamos a ver si nos toca volver el lunes, o vamos mirando qué dice la institución respecto a la plataforma”…
Eso decían a finales de marzo, los profesores a los estudiantes cuando se tocaba el tema de la entonces posible cuarentena nacional. Jamás imaginamos que “una simple gripita” como la llaman muchos, fuese a poner de cabeza el mundo entero.
A nosotros los estudiantes nos preocupaba (y aún nos preocupa) la calidad de nuestra educación. Ni los profesores ni nosotros los estudiantes universitarios estábamos listos para una situación así. Nadie está preparado para una pandemia, pero nosotros tampoco estábamos preparados para ver clases “unos pocos días” de forma virtual. (Sí, pocos días, la inocentada de nosotros fue creer que la cuarentena duraba estrictamente 40 días; y heme aquí maestro, ya con semestre y medio virtual).
Como los caballitos, de dos en dos (semanas) nos iban alargando la cuarentena, y así se nos fue medio año. La cuestión no es la virtualidad. La cuestión es el ‘totazo’ que se dieron los profesores al manejar plataformas como Meet, Zoom, Teams o Discord. Duelale a quien le duela, los profesores que no están inmersos en la tecnología son los que más sufren. A muchos les tocó aprender desde cero, no sabían ni prender un computador, y véalos ahora, dictando clases en dichas plataformas (mis respetos a los ‘profes’).
La cuestión también es la “estrellada" que nos dimos nosotros los estudiantes con esta nueva forma de educación. Desayunito en la cama, como decía mi papá “un ojo en pijama y el otro en la chancletas”, la bulla de la licuadora de fondo, los apagones de luz y el “profe que pena, es que tengo que hacer el almuerzo” se volvieron parte de la cotidianidad de la ‘u’.
“Por parte de los profesores algunos se han quedado en explicar por cumplir con su responsabilidad sin entender que el cambio a la virtualidad va de la mano con crear nuevas estrategias de enseñanza”
Dejemos los coloquialismos de lado un rato. Valentina, una estudiante del instituto Milà i Fontanals en Igualada, España, piensa que “Todo proceso sin haberse preparado con anterioridad deja consecuencias negativas como la poca percepción o disponibilidad por parte de los estudiantes, a parte siento que los estudiantes están haciendo las cosas por hacerlas, sin sentir la motivación de aprender, sino por una obligación del deber.” También agrega que “Por parte de los profesores algunos se han quedado en explicar por cumplir con su responsabilidad sin entender que el cambio a la virtualidad va de la mano con crear nuevas estrategias de enseñanza”
Y sí, la realidad es que ambas partes hemos fallado. Tanto profesores como estudiantes tenemos falencias enormes. Ni los docentes, ni nosotros los estudiantes, nos pusimos el cinturón para este viaje llamado virtualidad. “Para uno de adulto es más difícil. Yo al menos me defiendo, sé manejar un computador, sé acomodarme a una plataforma, ¿Pero y los más mayores que no saben? ¿Ahí qué? Si en la ciudad hay problemas, ahora imagínese en las veredas o en los corregimientos en donde cortan la luz todas las noches. En Colombia pasa de todo y nadie se entera. Muchos tenían problemas con la educación presencial ¿Cree que con la virtualidad de ahora no los van a tener?” Dice Absalón Salazar, quien desempeña su labor de instructor y profesor hace más de diez años.
“Muchos tenían problemas con la educación presencial ¿Cree que con la virtualidad de ahora no los van a tener?”
Realmente el problema no es la virtualidad, el problema real es adaptarnos de manera correcta a ella. Las universidades en gran medida, no han demostrado tener un plan de estudio que traslade acordemente la presencialidad a la virtualidad. Un gran porcentaje profesores no están capacitados (no todos) para dar una buena enseñanza de manera virtual. Sin embargo, nosotros los estudiantes tampoco estamos dispuestos, ni preparados (ni nos hemos terminado de acomodar) a ver diapositivas en una pantalla, porque sí, hay que ser conscientes, unas diapositivas no reemplazan o se igualan al nivel de una verdadera clase interactiva. Va de parte y parte. Todos esperamos la vacuna contra el Coronavirus, pero no podemos quedarnos esperando. Aplica para todo, sobre todo para la educación. A ‘profes’ y alumnos, nos toca ponernos las pilas para que este año no sea un año perdido. La educación también se forja a través del carácter y las ganas de aprender.
Por: Alejandro Salazar
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