La educación es aquel proceso de formación integral, cultural y social que tiene una persona para desenvolverse adecuadamente dentro de una sociedad. Además de ello y según la Constitución política de Colombia, la educación es un derecho de la persona, que corresponde al estado supervisar para que se desarrolle dentro de los parámetros dignos y cumpla con los estándares de calidad, con el fin de alcanzar el resultado esperado: “ciudadanos intelectuales y éticamente correctos”.
Sin embargo, el derecho a una educación digna y de calidad que menciona la Constitución, está siendo violado por los mismos gobiernos que una vez lo promovieron, y que aún a través de ese discurso, buscan persuadir a las personas utilizando a los niños de carnada, pretendiendo ganar las elecciones a través de engaños. Pongamos por caso la situación de los más de 2,2 millones de personas que viven en las áreas rurales, entre los que se encuentran niños y jóvenes, entre edades de 10 y 19 años, según el Censo; niños y jóvenes que no pueden acceder a una educación digna y de calidad, debido a la falta de conectividad que se hizo evidente durante la pandemia; la ausencia de personal capacitado para impartir clases, no sólo porque a veces rechazan las ofertas laborales al saber el sitio al cual los trasladan, sino también por los problemas de movilidad, debido al mal estado de las carreteras que, al fin de cuentas, resultan siendo trochas.
No contentos con ello, crean un Programa de Alimentación Escolar (PAE) que sirve sólo como disfraz ante la situación real que aqueja a las comunidades apartadas: falta de refrigerios, retraso en las entregas, y hasta alimentos descompuestos que aún al saberse del estado en que llegan, son distribuidos a los estudiantes, sin importar las consecuencias que puedan traer como resultado.
En este punto es importante hacer memoria, es por eso que quisiera que nos remitiremos al año 2016 a la escuela Sagrado Corazón de Jesús en Aguachica, departamento del Cesar, cuando profesoras captaron fotográficamente a niños, mientras recibían un corpulento plato de comida para tener registro de las entregas, mientras detrás de cámaras la escasez en sus platos era evidente; la pregunta es ¿a dónde van a parar los recursos destinados a la educación?
Por otra parte, es indispensable hacer énfasis en la metodología que se usa para enseñar, ya que hablar de esta es volver al pasado y dirigirnos directamente a un adoctrinamiento educativo, en el cual se juzga a un pez por no saber escalar árboles y se culpa a una abeja por no gustarle la miel.
¿Es posible que “la vieja escuela” se siga apoderando de la evolución que absolutamente todo ha tenido?
El uso de un número para calificar la capacidad mental e intelectualidad, es una medida rígida y hasta limitante. Las matemáticas siguen siendo superiores, cuando la danza, el canto, el arte y la poesía, deberían tener el mismo valor significativo que las ecuaciones. Las aulas de clase se han convertido en rines de boxeo, debido a la competitividad que el mismo sistema ha generado al convertir en necesidad el recibir un adjetivo calificativo como “eres el mejor de la clase”, por ejemplo. Como mencioné anteriormente, todo ha evolucionado, lo único que se ha estancado y, que debería haber cambiado, es el sistema y modelo educativo, lo que me lleva a pensar y confirmar una sola cosa: el narcotráfico no es el peor crimen de la historia, cuando de jugar con la mente, dignidad y necesidad de los niños, se trata.
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